Alexander Berkman

Alexander Berkman – Memorias anarquista en prisión (Libro)

alexander_berkman_1Ningún otro libro aborda de forma tan sincera el comportamiento criminal en la hermética sociedad carcelaria, la homosexualidad o la extorsión. Ningún otro prisionero político se acerca a la simpatía de Berkman hacia aquellos que la mayoría de los revolucionarios denomina delincuentes comunes.

Nacido en Vilnius (Lituania) en 1870, murió en Niza (Francia) en 1936. Berkman tuvo una educación exquisita en San Petersburgo, en el seno de una próspera familia judía. En 1888, emigró a Estados Unidos movido por la fiebre revolucionaria.

La Memorias de Berkman son una conmovedora autobiografía que navega entre el estilo memorialista de El Conde de Montecristo y las técnicas de narración cinematográfica características de Cadena perpetua para contarnos su atentado contra un poderosísimo magnate estadounidense y su posterior paso por el infame sistema carcelario de la época. Berkman, uno de los teóricos del anarquismo más destacados de todos lo tiempos y pareja sentimental de la incombustible Emma Goldman, narra sus sufrimientos indecibles y su proceso de aprendizaje en un entorno hostil para el espíritu humano.


Ningún otro libro aborda de forma tan sincera el comportamiento criminal en la hermética sociedad carcelaria, la homosexualidad o la extorsión. Ningún otro prisionero político se acerca a la simpatía de Berkman hacia aquellos que la mayoría de los revolucionarios denomina delincuentes comunes. Kenneth Rexroth

Alexander Berkman es uno de los héroes perdidos del radicalismo americano, una voz pura e insólita de la rebeldía.Howard Zinn

 

MEMORIAS DE UN ANARQUISTA EN PRISIÓN
Autor: Alexander Berkman

La vida de Alexander Berkman se caracterizó por el compromiso, a cualquier coste propio o ajeno, con la causa anarquista. Nacido en Lituania, tras quedar huérfano emigró a Estados Unidos, y trató de llevar al país de la libertad sus ideas revolucionarias y sus prácticas contundentes. Apóstol de la propaganda por el hecho, es definido en la introducción de Marc Viaplana como “un anarquista impecable, un ácrata como Dios manda”. Aunque pasó varias veces por prisión y fue expulsado de Estados Unidos junto con su amante Emma Goldman y otro medio centenar de anarquistas en 1919, su hecho memorable fue el intento de asesinato del empresario -igualmente contundenteHenry Clay Frick. Su paso por prisión, sus vivencias carcelarias y su sufrimiento físico, emocional e intelectual se recogen en estas memorias, narradas de manera clara y directa, un estilo absolutamente accesible pero, al mismo tiempo, muy sólido. Porque Berkman, además de homicida fracasado y revolucionario de éxito, es autor de algunos libros básicos de divulgación anarquista como el ABC del comunismo libertario o The Bolshevik Myth.

Pasión por la vida, pasión por la Anarquía

Alexander Berkman:

Memorias de un anarquista en prisión

(Melusina. Barcelona 2007). 512 páginas.

A Alexander Berkman muchos lo conocen por su clásico El ABC del Comunismo Libertario, otros porque fue el compañero de Emma Goldman. Pero lo que mucha gente desconoce es que fue autor de probablemente unas de las memorias carcelarias que mejor reflejan lo absurdo de las prisiones, el sórdido mundo creado por el Capital, más aún cuando hablamos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Escritas en 1912, ha tenido que pasar casi un siglo para que se publiquen por primera vez en castellano. Parece como si estas memorias también hubieran sido condenadas a purgar pena. Sus páginas llevan el germen de la rebelión, y eso es peligroso.

El libro arranca el veintitrés de julio de 1892, día en que Alexander Berkman entra en la oficina de Henry Clay Frick para vengar las afrentas sufridas por los trabajadores de Homestead. Éstos llevaban a cabo una huelga por sus condiciones laborales y fueron reprimidos a sangre y fuego. El amor por los oprimidos, la sed de justicia y una cultura política demasiado marcada por la creencia de que el Attentat, la propaganda por el hecho, podía avivar la llama de la sublevación. El magnicidio fracasa y es condenado a veintidós años de prisión en un juicio plagado de irregularidades donde Alexander Berkman pretendía hacer la reivindicación de su Attentat. No pretendía defenderse sino hacer explicar su acto. Quiere que se juzgue a la sociedad y no a él. No lo consigue.

Trasladado de nuevo a la prisión comienza o, más bien, continúa su calvario interior. Berkman es un hombre acosado por sus pensamientos: el fracaso de su Attentat, la imposibilidad de usar el juicio como plataforma de reivindicación, los ataques de algunos antiguos compañeros como Johan Most, defensores hasta la fecha de la “revuelta permanente mediante la palabra, el escrito, el puñal, el fusil, la dinamita”, y que ahora se desvinculan de la propaganda por el hecho, o la propia incomprensión de los obreros de Homestead…

En la cárcel Berkman inicia un doloroso proceso de aprendizaje. Las lecciones de esa brutal escuela que es la prisión son duras y chocan con el mundo mental que traía al entrar en la cárcel. Berkman verá variar su visión sobre los delincuentes comunes, a los cuales consideraba parásitos. Comenzará a verlos como el resultado de una sociedad injusta. Tema aparte será el tema de la homosexualidad. Marcado como casi toda la militancia libertaria de la época por los tabúes sobre el amor entre personas del mismo sexo, Berkman verá cómo estos prejuicios caerán uno tras otro no sólo por el ansia de sexo sino sobre todo por el amor, aunque sea forzado por las circunstancias.

Las memorias de Alexander Berkman reflejan con absoluta claridad la brutalidad y la injusticia del sistema carcelario de la “democracia” estadounidense. La corrupción, la violencia irracional de los funcionarios, la creación de un sistema donde se potencia el enfrentamiento entre presos, las delaciones…

Pero por encima del mal que supuran las hojas de este excelente libro, aparecen la solidaridad, el compañerismo, el apoyo mutuo. Pasajes como la creación del periódico clandestino de los presos o sus comunicaciones a través de las tuberías hacen que el lector no pierda la esperanza y, como Berkman, ansíe más que nunca buscar la libertad.

Al terminar el libro los lectores se sentirán libres. Han acompañado a Berkman en su descenso a los infiernos y como él han sobrevivido. Esperemos que como el anarquista ruso, los lectores salgan renacidos y reforzados en la lucha.

Memorias de un anarquista en prisión es más que un testimonio autobiográfico, más que un libro carcelario, es un hito que marca el camino hacia ese mundo nuevo que tantos hombres y mujeres han llevado y llevan en sus corazones.

Marcos Ponsa

Esta recensión fue publicada por primera vez en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.4 (octubre de 2007)

 

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Alexander Berkman – Memorias  anarquista en prision